Querido diario: empiezo una nueva era y se vienen cositas
He ajustado las horas que me debía la vida y vuelta a empezar.
Es 9 de marzo y estoy en un avión volviendo a mi casa con la cabeza de mi hijo pequeño encima, otras 8 horas de vuelo por delante y un año más. Han pasado cositas. Muchas e intensas.
El 20 de diciembre del 2000 la vida me dejó a deber 4 horas, así que este año, volví a Buenos Aires, lugar donde nací y las recuperé*. Mi cumpleaños empezó a las 20:00 de Buenos Aires, que eran las 00:00 de Madrid y mis padres me hacían una videollamada mientras yo estaba con mis amigas tomando algo antes de entrar al concierto de Shakira. Llamada que abrió las compuertas de la emoción y que no se cerraron hasta que al día siguiente toda mi familia y amigos me cantaron el cumpleaños feliz. Qué momento, por cierto. Nunca me ha gustado. De los primeros recuerdos de mi vida es estar en salita de 4, todo el mundo cantándome el cumpleaños feliz y yo sin saber qué hacer, a dónde mirar ni qué decir y pensando qué canción más larga. Me muero de vergüenza. Ese momento fue el colofón de la emoción y a pesar de la vergüenza que estaba sintiendo sabiéndome foco de todas las miradas, y también móviles, me dejé llevar, y cuando Tony me abrazó, solté todo. Menos mal que estaban ellos tres conmigo, del lado de la tarta.
Estoy en mi era artista. Sensible, creativa y algo mística, sin ser yo nunca nada de eso. Cumplir 37 años en el lugar donde nací, 25 años después de haberme ido, justo en un momento de transición personal y profesional, me hace verlo como un nuevo comienzo. Empieza una nueva etapa en muchos sentidos. Renacer. Una señal que las casualidades han puesto delante de mí para atreverme a hacer lo que me apetece en este momento.
¡Qué va! Yo no creo mucho en las casualidades, aunque a veces hay cosas que no puedo explicar, y eso me pone un poco nerviosa. Creo que van sucediendo las consecuencias de lo que vamos haciendo y saber ver oportunidades de cambio está en cada uno.
Este viaje ha significado muchas cosas. Ha sido diferente a todos los viajes que había hecho anteriormente. No hubo turismo, no hubo ir a comprar cosas. Hubo vínculos, abrazos, pasar momentos en familia, conocer nuevos integrantes, amistad, emoción, disfrute. También conllevó una desconexión de todo lo que estaba haciendo que, si bien en ese momento me vino bien, pagaré próximamente las consecuencias, pero es algo que llevaba tiempo sin hacer y que era necesario. Desde aquí un llamamiento a la desconexión. Pero no en plan “desconectar para reconectar” o algo así era…Desconectar porque ya está bien, no se puede estar toda la vida conectado a otra cosa que no sea lo que está pasando en ese instante.
Cuando voy a Buenos Aires, desconectar es algo que procuro hacer mucho. Como sé que son pocos días y, aunque las redes sociales han acortado la distancia y me permiten tener un contacto prácticamente igual que con la gente que está aquí en Madrid, vivir el momento es mi prioridad. No soy capaz de hacerlo con frecuencia, pero allí sí. Y eso me ayuda a ser capaz de despedirme sin llorar (antes no era capaz). Lo de no llorar al despegar eso es algo que todavía no consigo.
Me he dado cuenta de que parte de mi esencia es echar de menos. Como mi sino, lo que me ha tocado vivir y por mucho que lo intente, no va a cambiar, no puedo hacer nada. Saber que tengo mucha gente que me quiere y unos vínculos fuertes de los dos lados del mundo, pero que nunca voy a poder compartir con todos a la vez. Pasó una vez. El día que me casé. Conseguí juntar a todas las personas que me importan en un mismo lugar. Me sentí pletórica y recuerdo ese como el día más feliz de mi vida. Pero poco después nos empezamos a multiplicar y ya no se ha vuelto a repetir. Quizás algún otro día lo consiga.
Este cumpleaños ha sido genial, pero eché de menos a mi mamá y a mi papá y a mis hermanas, y a mis amigas y amigos, y a mis sobrinos, y a mi familia de España que me vino regalada con mi marido. Y a Kuki, que la echo muchísimo de menos, cada día.
Pero fue un cumpleaños feliz. Muy feliz. Guardo preciosos recuerdos. En mi mente y en fotos y vídeos que estoy segura voy a reproducir en numerosas ocasiones.
Cuando levanté la mirada de la vela mientras todos cantaban y vi a toda esa gente me acordé de lo que un ratito antes Laura me había dicho y cito textualmente:
Mira la gente que convocas, después de tantos años, todos los que te queremos, todos los que te esperamos. Sin duda que es un cumple súper especial, para vos y para nosotros también que tenemos la suerte de tenerte acá después de tanto tiempo.
Y va a quedar cliché, pero realmente ese fue el mejor regalo de cumpleaños.
Bienvenidos 37 y bienvenida nueva era.
Luli ✨
*Si no entienden de las matemáticas de mi tiempo, absténganse de opinar 🤪.
Que lindo Buenos Aires! Y que lindo que puedas seguir conectando con tu gente a pesar del tiempo y la distancia! Yo desde los 18 vivo lejos de casa, pero cada vez que volvía, parecía que el tiempo no pasaba. También comparto esta sensación de cuando estas en un lado, extrañas a los que estan lejos! Quisieramos estar en muchos lugares a la vez o juntar a todas y todos nuestros seres queridos en un solo lugar!
Espero que hayas pasado un hermoso cumpleaños! Abrazo! ✨
Que bonito, Luli. Al final el cariño y las conexiones que se crean, de uno mismo hacia fuera (personas, momentos, acciones) es lo que más nos conecta con lo realmente importante: percibir, recibir, sentirse viva. Me alegro que pudieras disfrutar de tu día de una forma tan especial.
A por los 37 y todo lo que esté por venir!