Querido diario: siempre me ha gustado el amigo invisible
Y todo lo relacionado con la Navidad. Soy muy friki en este momento de la vida.
Hoy me acordaba que cuando era pequeña, en primaria, en el otro lado del mundo, ya jugaba al amigo invisible. Un amigo invisible que me fascinaba, mucho más elaborado que el que juego ahora. Bueno, mejor dicho, que el que me gustaría jugar ahora.
Sí, queridas amigas, que sé que me estáis leyendo. Quitarle la ilusión de jugar al amigo invisible a una romántica de las navidades como yo, es algo que no sé muy bien cómo os estoy perdonando.
En fin.
El juego consistía en introducir los nombres de todos los alumnos de nuestra clase en una bolsa e ir cogiendo. Un momento. ¿Cómo es que éramos 32 personas y siempre salía bien a la primera? El finde pasado hicimos esto en mi casa, en un alarde de volver a los viejos tiempos y dejar las apps a un lado, y lo tuvimos que repetir 6 veces. Entre que te tocas a ti mismo y que mi madre alguna persona no entiende muy bien que no hay que mirar al que te toca a los ojos cuando coges su papel, no salía bien. Yo estoy un poco confundida. Voy a regalar a una persona, pero sin estar demasiado segura de que sea la que me toca. El año pasado nos ocurrió algo parecido y tuve que recurrir a la ayuda de una amiga para que todos los miembros de la familia le dijéramos a quién le íbamos a regalar y ella contrastara que no había conflictos. Gracias, Vero. Igual te vuelvo a escribir luego.
Lo más importante de este momento no es quién te toca en el papel. Es que lo hacemos después de una comida familiar y nos echamos unas buenas risas. Enviarlo por la app sería sencillo y rápido, pero esto es mucho más divertido. Aunque también estoy convencida de que mi madre alguna persona no encontraría el email, o algo así.
Ahora hacemos esto y el Día de Reyes nos entregamos el regalo, sin más. Pero cuando lo hacíamos en el cole, el sorteo se hacía un viernes y el regalo se entregaba el viernes siguiente. Durante toda la semana, tu amigo o amiga invisible tenía que recibir cartas de tu parte en la que le fueras contando cosas o dándole pistas sobre tu identidad. El último día, el siguiente viernes, se dejaban los regalos encima de una mesa con el nombre de la persona que debía cogerlo. El receptor del regalo tenía que intentar adivinar quién era su amigo o amiga invisible, juntando las pistas de las cartas y el regalo (para el que se establecía un presupuesto bajito, pues éramos niños de primaria, y se podía hacer algo manual).
En Argentina, este momento coincide con el fin de curso, así que si juntas: llegada del verano, tiempos navideños, amigo invisible…no puedo recordar otra etapa de mi infancia que me causara más emoción que ese momento.
Disfrutaba muchísimo escribiendo las cartas. Sacaba toda mi creatividad. Colores, pegatinas, papeles de carta, etiquetas, bolígrafos de purpurina, sobres con olores. Creo que descubrirme era cosa de la primera carta. No me interesaba mantener mi identidad a salvo, si no recrearme en todas y cada una de mis entregas.
Y además, me encantaba recibirlas e intentar descubrir quién sería mi amigo o amiga invisible y qué me iba a regalar. Pura emoción, en serio.
¿Por qué ya no jugamos a estas cosas? 🥲
Ahora vuelco toda mi creatividad en preparar adornos navideños con mis hijos y prepararles un Calendario de Adviento personalizado que espero que les guste. Veremos qué tal.
¡Que empiece la Navidad!
Luli ✨
Ay, yo cada año hago la amiga invisible online. Me sigue encantando. Este domingo explico cómo. Me ha encantado leerte y espero que nos cuentes cómo va el Calendario de Adviento de tus hijos. Me encanta también.