¿Y si dejas de escribir para ser productiva y empiezas a escribir para ser curiosa?
¿Qué pasaría si dejaras de escribir para ‘lograr algo’ y empezaras a escribir solo para descubrir en qué estás pensando?
Cuando te sientas a escribir, no siempre hace falta tener un plan. Ni una idea brillante, ni un argumento sólido, ni siquiera una intención clara. Es suficiente con estar ahí. Con sentarte frente al cuaderno como quien se asoma a la ventana a ver si pasa algo.
Igual que cuando sales a dar un paseo sin destino y acabas en una calle por la que nunca habías caminado, rodeada de casas que no sabías que te gustaban. Así también se puede escribir: sin brújula, sin mapa, sin la obligación de llegar a ninguna parte.
Pero claro, esto cuesta.
Muchas veces la escritura se cuela en nuestra cabeza como una tarea más de la lista. Un ítem entre “hacer la compra” y “responder emails”. Y si lo que estamos escribiendo no parece tener una forma definida, es decir, si no es una novela, un cuento terminado, algo que “sirva”, entonces sentimos que estamos perdiendo el tiempo. Y esto deriva en culpa, bloqueo o, lo que es peor, la comparación con otras personas que escriben.
"Yo debería estar escribiendo algo importante", nos decimos.
"Esto no es serio", nos juzgamos.
"Así no avanzo", nos repetimos.
Y así, la escritura se convierte en una especie de examen constante. En vez de un refugio, es un espejo distorsionado que solo refleja lo que creemos que nos falta.
Escribir sin rumbo
Explorar como cuando eras niña y abrías una caja vieja que te encontrabas en casa de tu abuela solo para ver qué había dentro. Como cuando hacías una lista de nombres inventados o escribías en una servilleta una frase que no sabías de dónde venía, pero te hacía gracia. Como cuando empezabas una historia y no sabías el final (ni te importaba).
Esa forma de escribir también vale. Vale muchísimo. Porque la curiosidad es una energía suave, pero muy poderosa. No exige. No juzga. Solo quiere mirar más de cerca. Y lo curioso es que cuando escribes desde ahí, sin pretensiones, sin buscar un resultado, sin mostrarle nada a nadie acabas llegando a algo auténtico. ¡Está probado!
Propuesta veraniega
Este verano, prueba a escribir sin rumbo. Deja que sea la curiosidad quien escriba el primer párrafo. Y si al final del día no has “producido” nada, al menos habrás descubierto algo nuevo sobre ti y eso será suficiente.
“Este verano, deja el word count. Empieza el wonder count.”
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