Empezamos el 2025 con un relato grupal en Refugio Creativo ✨
El 16 de diciembre propuse en la comunidad de Telegram a la que llamo Refugio Creativo que termináramos el año con un relato grupal. Este es el resultado.
2025 empieza con una lavadora rota, un secador de pelo quemado, un músculo dolorido y una promesa incumplida. Es decir, regular.
No quiero ponerme pusilánime, nada más lejos de la realidad. Pienso que embriagar de esperanza el futuro cuando empieza el nuevo año es tan solo un acto de autoengaño. Para mi 2025 es la misma cosa pero impar. Así que allá vamos con todo lo que tengo previsto para este año. Que no es poco.
El 16 de diciembre tuve una revelación. Como si no tuviera cosas que hacer, propuse en la comunidad de Telegram (a la que te invito a unirte si aún no estás) Refugio Creativo ✨ escribir un relato grupal. Una idea completamente espontánea y romantizada. Cabe la posibilidad de que ese día acabara de escuchar por décima vez consecutiva All I Want for Christmas is You y si eso no es una manera de lavarnos el cerebro, yo ya no sé.
Como veis, les dije que el día 31 antes de tomarme las uvas les enviaría el relato. No pasó.
El día 31 antes de tomarme las uvas monté la mesa de 18 invitados que tenía en casa, dispuse las galletas de la suerte personalizadas que les había creado, dejé a mi madre en casa con los niños y ultimando los entrantes y me fui a correr 6 km de la San Silvestre Vallecana con las deportivas equivocadas. Según entraba en la avenida Ciudad de Barcelona, en un punto muy próximo a donde me iba a detener, me dio un latigazo en un músculo cuyo nombre desconozco, tampoco encuentro bien dónde está el punto de dolor y arrastro hasta hoy una molestia cuando me levanto. Entre el cuerpo en calor por haber corrido y el vino que también me sirvió de anestesiante, ese día no noté nada. El problema vino al día siguiente cuando no podía andar.
El resto de días, las actividades infanto-navideñas me han tenido absorbida y me gustaría decir que al borde del colapso mental, pero sería mentira. Colapsé literalmente, con lo que haber despedido estas ajetreadas navidades para mi ha sido un sueño cumplido y con eso ya me conformo este año. ¡Qué poco pido!
Expuestas mis disculpas, procedo a compartir con vosotros el primer cuento grupal de 2025 escrito por los integrantes de Refugio Creativo ✨.
Mención y agradecimiento especial a Vero, Patricia, María Jesús, Mary, Carmen, Belén y Eugenia por vuestra participación estelar y por haber creado una historia para nuestra comunidad con tanta ilusión.
El libro del poder
Había algo extraño en el silencio de aquella noche, como si el universo entero contuviera el aliento esperando su próximo movimiento. La luna llena iluminaba la calle hasta la siguiente esquina, como testigo inevitable de un encuentro fortuito. Camila agarró con fuerza la bolsa que debía entregar y echó a andar. Los perros del vecindario comenzaron a ladrar al verla, y aunque sintió miedo, no quiso mirar atrás porque ya había decidido lo que tenía que hacer. Solo tenía que tomar aire, respirar profundo y seguir hacia delante, con todo el miedo que la contenía. Una única pregunta, insistente, apremiante, rondaba sus pensamientos, "¿Seguro que con esto podré salvarlos?" Camila estaba decidida. Llevaba tiempo pensando en qué tenía que hacer para alcanzar su objetivo. Un objetivo que no la ponía a ella en primer lugar pero que sería útil para la situación. Llegó al punto de encuentro acordado. Golpeó la puerta, nerviosa, nadie respondió. Buscó su móvil mientras miraba a todos lados. Antes de que pudiera sacarlo, la puerta se abrió por fin, con un chasquido metálico casi inapreciable. No conocía a la anciana que salió, aunque sus rasgos le resultaban familiares. De repente, el escalofrío que recorría su cuerpo segundos antes de ver a la anciana, mientras se abría la puerta, se desvaneció.
—¿Trajiste la bolsa?—preguntó la mujer. Camila asintió y al instante se la entregó. —Gracias, Camila—dijo la anciana. Sorprendida le preguntó cómo sabía su nombre. Sin darle respuesta, la invitó a pasar con un gesto de su mano. Una vez dentro, lo que vieron sus ojos la dejó sin palabras. Samuel estaba allí. No sabía cómo lo había conseguido, pero había llegado. Llevaban sin verse cinco años. Cinco largos y tediosos años. Cuando le vio dudó. Se incomodó. Tembló. Y se distrajo un rato mientras decidía cómo reaccionar, cómo afrontar esta situación.Siempre que Camila sentía esa clase de inseguridad, reaccionaba bloqueándose. Pero esta vez, ese bloqueo duró tan solo unos segundos. Samuel quiso decir algo, pero Camila no le dio opción. Vio con claridad la oportunidad que se le presentaba y esta vez no la dejaría escapar.
—Samuel, esta vez no volverás a desaparecer sin escucharme. Tu padre me engañó. Si te traicioné, fue por su culpa. No quiero que le odies, pero aún menos que me odies a mí. Samuel estaba intentando disimular, pero en realidad era el artífice de ese engaño. Había usado a su padre para que Camila no le descubriera pero su coartada estaba a punto de esfumarse y con ella su reputación.
—Camila, ahora no tenemos tiempo para hablar de eso —dijo Samuel—. Lo importante es comprobar que has traído el libro correcto. La anciana lo sacó de la bolsa y se lo alargó, aunque miró a Samuel con dureza. Las palabras de Camila parecían haber sembrado dudas en ella. La anciana sabía que el libro era el correcto, pero descubrir que Samuel estaba detrás de todo el engaño quiso darle su merecido. Así que miró a Camila y con la intención de transmitirle tranquilidad y buscando que se compinchara con ella, le dijo a Samuel que lo sentía mucho pero que no era ese el libro que necesitaba. Vio como Samuel se ponía nervioso.
—¡No puede ser! —gritó, apretando los puños—. Era nuestra única esperanza, lo has arruinado todo. Camila decidió confiar en la anciana y seguirle el juego: —Quizá deberías haber ido tú a recuperarlo, Samuel. Puede que todavía estés a tiempo. Él abrió la boca para responder y luego la cerró. Permaneció en silencio unos segundos, valorando la posibilidad. De pronto, se acercó a la anciana y le arrebató el libro. Comenzó a pasar páginas con desesperación, y a medida que leía su expresión de miedo dio paso a una de enfado.
—Os creéis muy graciosas, ¿verdad? Camila se acercó a la anciana y, con un leve movimiento de la cabeza, aceptó el desafío implícito en su mirada. Sabía que estaban tejiendo una red para exponer a Samuel, pero también que en esa red ella podría encontrar las respuestas que llevaba buscando tanto tiempo. La anciana, con calma, colocó el libro sobre una mesa cubierta de papeles amarillentos y herramientas extrañas. Con un gesto lento y deliberado, abrió el libro por una página marcada y señaló algo que solo ella podía interpretar. Luego, sin previo aviso, arrancó la página y la sostuvo frente a Samuel.
—Esto es lo que necesitas, pero no está completo sin tu parte del trato.
Samuel retrocedió, desconcertado. Su plan estaba desmoronándose y, por primera vez, parecía no tener un as bajo la manga.
—¿Qué trato? —preguntó Camila, pero la anciana le hizo un gesto para que guardara silencio.
—Samuel sabe perfectamente de qué hablo —dijo la anciana, con un brillo en los ojos que mezclaba astucia y desafío.
En un arranque de desesperación, Samuel intentó coger la página, pero la anciana fue más rápida. Con un movimiento ágil para su edad, que hizo que Camila se sobresaltara, guardó el fragmento en un bolsillo oculto y se dirigió hacia la puerta.
—Todo está en tus manos ahora, Camila. Este es tu momento de decidir.
Antes de que Camila pudiera responder, la anciana salió de la habitación, dejándolos a ambos inmersos en un silencio cargado de tensión. Samuel miró a Camila con una mezcla de ira y súplica.
—No lo entiendes, Camila. Todo lo que he hecho ha sido para protegerte.
Camila, con la mirada fija en él, sintió que las piezas empezaban a encajar. La confusión dio paso a una determinación renovada. No sabía exactamente qué juego se estaba desarrollando, pero sabía que ya no era una peón.
—No, Samuel. Todo lo que has hecho ha sido para protegerte a ti mismo. Pero eso termina aquí.
Tomó el libro de la mesa y, sin mirar atrás, salió de la habitación, dejando a Samuel solo con el peso de sus propios secretos. Afuera, bajo la luz de la luna, Camila respiró profundamente. La noche seguía siendo extraña, pero por primera vez en años, sintió que el silencio la acompañaba, en lugar de acecharla. Ella había recuperado algo más importante que el libro: había recuperado su poder.
Fin.
Una ballena beluga varada por una marea baja respira tranquila y descansa ilesa hasta que es liberada por el aumento del nivel del mar.
Unas breves (pero relevantes) notas a pie de página
✨ Los Reyes Magos de Oriente me trajeron doble regalo. ¿Os acordáis lo que contaba del Amigo Invisible de mi familia? Pues este año salió mal y hubo una damnificada y una afortunada. Dadas las desdichas que he contado al principio, al menos he sido la afortunada y dos personas me regalaron a mi. Recibí muchas de las cosas que tenía en esta wishlist, que, aunque ya no sea Navidad, sigo recomendando si te gusta escribir.
✨ ¿Te animas al próximo taller de escritura creativa? Será el 15 de enero a las 18:30 y te puedes apuntar aquí.
✨ Si quieres unirte a los retos que tengo pensados para este año en el canal Refugio Creativo, puedes hacerlo aquí.
✨ Por un 2025 lleno de escritura, lectura e ilusión.
Luli ✨
Fue muy divertido participar. Escribiendo mi primera intervención me tardé un poco; cuando fui a pegar el texto vi que alguien me ganó, tuve que redactar otro😅.
Por las noches, en la mesa comiendo con mi pareja, mirábamos qué rumbo había tomado la historia. Tengo que reconocer que a veces quería que fuera por un terreno distinto al que el resto de las participantes lo llevaba 🤭.
Me encanta la idea del grupo creativo!!