Querido diario: la felicidad que me produce estar rodeada de mis amigas
Puede parecer tópico pero poder llegar llorando al cumple de tu ahijada y que te reciban con un abrazo, es poder ser sin limitaciones.
Es increíble el poder de la amistad. En cualquier momento de la vida.
Cuando pienso en los valores que quiero transmitir a mis hijos, estoy segura de que elegir bien, cuidar y valorar a tus amigos son los primeros que quiero trabajar con ellos.
Hay veces que la vida te pasa por encima. Últimamente comparto mucho en nuestro chat de amigas dos stickers que representan mi momento vital: «Si no es una mierda es otra» y «Te fallé Thalía, no estoy arrasando con la vida» acompañado de un es la vida la que me está arrasando a mí.
Porque ante todo hay una particularidad entre mis amigas y yo. Ya puede pasarnos lo que sea; algo frustrante, algo indignante, algo injusto, algo agotador o algo que nos entristezca, siempre sacamos humor.
Nos une el sarcasmo. Y creo que eso ha hecho que sea una amistad fuerte y duradera.
Puede que pienses que será que no nos han pasado cosas graves y, aunque esto de importante o grave es bastante subjetivo, créeme que sí que nos ha pasado, pero tenemos un escudo de apoyo y protección en la mofa que, hasta ahora, nos funciona.
Y son muchos años.
Los que hayáis leído mis Relatos de la Vida, lo habréis visto.
El caso es que el otro día tuve uno de esos días en los que solo quieres quedarte en la cama y llorar.
Y dormir.
Y no pensar.
Pero era el cumpleaños de mi ahijada y tuve que asumir que soy una adulta funcional, levantarme e ir.
Llegué triste, desolada, enfadada.
Y allí estaban ellas. Para apoyarme, para abrazarme, para consolarme y para decirme que llorara, pero que las cosas son así.
¿Ves lo que te digo?
Y eso es lo que quiero de mis amigas.
No quiero una actitud Mr. Wonderful que me diga: «tranquila, todo va a salir bien, todo va a pasar, esto es una cosa puntual» cuando eso son mensajes vacíos y marketinianos para vender tazas y agendas pero que se alejan kilometricamente de la realidad a la que nos tenemos que enfrentar.
Mis amigas son ese lugar en el que puedo ser sin limitaciones.
Hace unas semanas dijimos que nos merecíamos una escapada de amigas.
Sin trabajo, sin niños, sin maridos.
Solas y desaforadas.
Cogimos un AVE y nos presentamos en Valencia.
El tren salía por la mañana y volvía por la noche, pero nos bastó para desconectar, unir fuerzas, reírnos hasta doler la tripa (me rio yo del Crossfit, 3 dosis de risas de amigas por semana es lo que recomendaría yo para un buen six-pack), comer paella, beber unos cócteles y hacernos un tatuaje.
– Estábamos pensando que tenemos pendiente hacernos juntas un tatuaje – Dijo M. que ya había allanado el terreno primero con V.
– ¡Es verdad!, vamos ahora – Dijo L. que siempre es un «sí a todo» y no importa nada más, sobre todo cuando está en un momento de euforia.
Mientras tanto, V. se mantenía en un discreto y silencioso segundo plano, M. ya estaba localizando en Google Maps un lugar «cerca de mí» en el que llevar a cabo su plan.
Y nos tatuamos una copa de margarita.
Porque las margaritas nos han dado buenos momentos. Y porque tampoco estaba demasiado meditado. De hecho, la tatuadora se quedó a cuadros cuando entraba por la puerta un grupo de amigas pidiendo un tatuaje sencillo, pero sobre todo, rápido, porque en 50’ salía su AVE a Madrid y no podían no estar.
Se había acabado el tiempo libre, la hora de juego.
Tocaba volver a ser adultas, trabajadoras, madres y esposas.
Mis amigas son ese refugio en el que el tiempo no pasa.
Un lugar en el que el tiempo está parado y siempre volvemos a tener 20 años.
Un lugar en el que encuentro empatía, críticas constructivas, sororidad, risas y cariño y que me ayuda a ser feliz.
Luli ✨
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✨ Y para terminar, me gustaría que me respondieras a esta pregunta: ¿qué es para ti la amistad?
¡Nos leemos!